jueves, 14 de noviembre de 2013

Venciendo mis "prejuicios cibernéticos"

Algunos adultos nos quejamos -más de una vez- por la brecha digital existente entre nuestros hijos o alumnos y nosotros.
En no pocas oportunidades, nos escuchamos culpando a las redes sociales de la escasa atención que ellos nos procuran en clase o en casa.
Otras veces -¿por qué no confesarlo?- nos sentimos avergonzados por nuestra "torpeza cibernética" frente a la naturalidad con la que tantos niños y adolescentes hablan sobre twittear, crear blogs o unirse a grupos de Facebook.
El único modo de achicar esa brecha es reemplazar la eventual prohibición, la crítica poco constructiva, la incomodidad o el temor, por la curiosidad y el compromiso.
Tal vez, el primer paso sea estar presentes -como propone Zabalza (2013)- poniéndole el cuerpo y la voz a la realidad virtual.
Aquí estoy, internándome en el ciberespacio y venciendo a mis propios prejuicios.
Comprendí la importancia de este paso inicial para llevar a cabo, más tarde, una auténtica apropiación pedagógica.