viernes, 3 de mayo de 2019


Otros puntos de vista

Cuando aquel monstruoso insecto se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un tal Gregorio Samsa.
Entonces intuyó que estaba por vivir una aventura que, con el tiempo, se transformaría en una misteriosa obra citada hasta el hartazgo en revistas literarias, monografías, papers académicos, libros de lectura para escritores principiantes, tratados de medicina, enciclopedias, historietas y periódicos.
Todavía algo aturdido, se acercó a la ventana como quien busca una razón para quedarse y se sorprendió al oír su propio grito.  Comprobó con espanto que ya no era capaz de percibir la multiplicidad de imágenes que solía atrapar, en su vida anterior, con sus antiguos ojos facetados de artrópodo.
En adelante, debería  conformarse con fijar su limitada y flamante vista de hombre recién nacido,  en un único punto cada vez. 
-¡Qué aburridos y necios son los seres humanos!, exclamó, cubriéndose la cabeza con las sábanas.
Desde aquella mañana, dicen los que saben (y yo no me animo a contradecirlos), que nunca más hizo falta escalar montañas, atravesar la selva, viajar en globo, naufragar, perderse en una isla desierta o luchar contra piratas y dragones para sentirse un aventurero auténtico.
Bastaba con ir a visitar a don Gregorio -quien, dicho sea de paso, hizo de su desgracia un buen negocio- un día a la semana o muy de vez en cuando, según la necesidad de adrenalina de cada uno.  Y a cambio de un puñado de monedas, escuchar con atención sus historias acerca de aquel mundo multidimensional, infinito, complejo, que había conocido antes de ser quien era…